Buenos Aires, Argentina 🇦🇷
Galería Quimera
30.11.2024 ➝ 4.4.2025
Muestra individual
Curada por Lupita Baliño
Fotos de Muerta de Arte
Este proyecto se concretó con el apoyo de Estudio Puente, Sinteplast, Huup Iluminación y Grolsch
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Una ciudad nace de un cruce de caminos, de una encrucijada que se forma bajo los pies del que se detiene aunque sea un segundo frente a una decisión: ¿qué camino tomar? El punto de partida siempre es el cuerpo y la imaginación. Así, en el encuentro de al menos dos posibilidades (derecha o izquierda, atrás o adelante) o dos destinos, nace una ciudad.
La ciudad toma forma y se actualiza en la acción de caminar. Caminar por las calles es hacer un ritual propio de un lenguaje común, en la reinterpretación de una trama colectiva relativamente organizada a priori. Deformamos esa trama cuando caminamos sin rumbo con el deseo de perdernos, cuando marchamos por lo que nos parece justo, cuando bailamos en la calle con nuestrxs amigxs o desconocidxs, cuando escribimos paredes que están prohibidas. Cuando ensayamos atajos, más para inventar caminos que para llegar más rápido. Así multiplicamos las posibilidades del territorio existente, lo hacemos blando, suave, moldeable a nuestros ojos, y a nuestros deseos. Nos desplazamos en el tiempo, no sólo en el espacio, y la forma en que nos movemos a través, es el lenguaje: laberinto del cual entramos y salimos y volvemos a entrar y salir, y así sucesivamente.
Para los surrealistas que la caminaban en línea recta sin importar qué hubiese adelante, la ciudad era un autómata a despertar, mediante el retorno a lo inconsciente y la confianza en el azar. Las calles se volvían primitivamente atrav(b)esables.
En las infinitas deambulaciones y derivas, la ciudad es única para cada quien: por cada persona caminándola, habrá una distinta. Mi ciudad es una construcción de recorridos afectivos, decisiones, casualidades, recuerdos, olvidos. Guarda lo más cercano a mí como un secreto y lo más extraño, lo que me atemoriza, lo que apenas reconozco. En ocasiones nuestras ciudades íntimas se tocan, incluso se parecen y tienen lugares, sentidos en común. Ahí el paisaje se vuelve fantasma, uno que a pesar de intangible se deja ver, transparente, sobre las cosas que reconozco. También son fantasmas lxs que dejaron huellas que hoy todavía pueden verse, aunque ellxs ya no estén. Aunque las paredes vuelvan a blanquearse una y otra vez para cumplir con la pretendida aspiración aséptica de algunxs de vivir en un lugar sin marcas, sin mugre, sin lugar para lo abyecto, lo desviado, lo incómodo, lo precario.
¿Cuál es la ciudad?, ¿la que vemos, la que recordamos, la que imaginamos?, ¿la que era previa a nuestra llegada o la que es después de nuestros pasos en ella?
Ya se había escrito esta idea antes que el Google Maps nos siguiera paso por paso: nuestros caminos dibujan cosas en el suelo, ¿puedo ir hacia vos escribiendo la palabra hallazgo?